miércoles, 25 de marzo de 2009

Gran Torino

Como en mis buenos años de juventud, Clint Eastwood era la escusa para sentarse delante de una pantalla y que nos reuniéramos y embobáramos con sus películas. Ahora, unos cuantos años más tarde, también lo ha echo así. Tiene casi ya ochenta años pero la interpretación y dirección de esta película no refleja esa edad. Dice que se retira y que es su última película, -tanto como actor, como director-, pero se va brillando cómo la estrella que es.

En Gran Torino, Clint Eastwood interpreta a Walt Kowalski, un gruñón anciano, veterano de la Guerra de Corea y jubilado de una fábrica de automóviles, refunfuña de todo lo que le envuelve, y sobretodo de la sociedad actual. Es una tradicional y un antiguo, no tiene buena relación con sus hijos ni nietos, no soporta como se comportan y tiene una mentalidad racista y nacionalista estadounidense.
Después de la muerte de su mujer, ve como la relación con sus hijos no tiene futuro y, sus vecinos, se han mudado y han adquirido la casa una familia oriental de etnia hmong. Todo el vecindario está repleto de bandas y de etnias diferentes, y aún con el racismo exacerbado que le caracteriza, se niega a abandonar la casa dónde vive con su fiel perra Daisy.


Este viejo malhumorado odia a todo y a todos, pero aún así la hija de los vecinos, Sue, intenta acercarse creando un vínculo de empatía entre ellos y su hermano Thao. Este último después de haber intentado robar el preciado coche de Kowalski, un Gran Torino del 72, se convierte en su ayudante ya que, la madre del chico le obliga como castigo por haber realizado tan mala acción. Walt encontrará en Thao al hijo en que perpetuarse y pasa a ser el hueco que deja su mujer fallecida, que le permitirá sacar la bondad que lleva escondida detrás de su apariencia de tipo duro, el mismo papel que hacía en sus películas de juventud y que tanto gustaban.
Cabe destacar la figura del joven sacerdote que entra y sale de la película actuando como si fuera la consciencia de Kowalsky. Le intenta hacer reflexionar y acaba, al fin, consiguiendo que se confiese, por deseo de su fallecida mujer. También, remarcar los pequeños toques de humor que el protagonista aporta a la historia.

Formalmente, Eastwood apuesta por el clasicismo de la estructura lineal, no hay movimientos en el tiempo y la historia avanza a un buen ritmo, aunque tiene momentos de la trama más dinámicos que otros. Un desarrollo de la película demasiado largo comparado con el desenlace de ésta. Aproximadamente la primera hora de la película es lo más destacable del film, ya que la historia va perdiendo fuerza poco a poco. Aún así, una vez te tiene atrapado en el hilo, se hace ameno y la pérdida de fuerza no se hace casi patente.


Así pues, el film hace referencia al prototipo de americano superviviente de la guerra, con una mentalidad cerrada, al nacionalismo americano y a los conflictos y rechazos entre razas. Pero todo esto es desmontado por Eastwood creando un debate entre la esencia de la vida y de la muerte y dando a entender que el multiculturalismo aporta cosas positivas a las personas, que el racismo comporta cerrarse en uno mismo y compartir con los demás implica aprender de los demás y aprender de uno mismo.
Clint Eastwood se despide así del séptimo arte, muchos años hemos convivido con él con los spaguetti westerns y con sus películas dramáticas. Ahora se despide del cine, pero nos deja con decenas y decenas de obras que forman parte de la historia y de la actualidad.

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