miércoles, 25 de marzo de 2009

Los Abrazos Rotos


Rara vez en que Almodóvar estrena película el revuelo que se crea a su alrededor no acaba cumpliendo las expectativas de sus obras. De una forma personal e inconfundible en crear y ver el séptimo arte, Pedro, hace de éste film una máquina perfecta que parece haber encontrado como engranaje principal a la oscarizada Penélope Cruz.
Hablamos de los Abrazos Rotos; la historia de un cineasta libre, independiente y apasionado de la vida, que pierde su herramienta principal en una ceguera de amor: la vista.

Mateo (Lluís Homar), autonombrado Harry Caine, para romper así con su amargo pasado, encuentra en los recuerdos y en la ayuda de su directora de producción Judit (Blanca Portillo) y su hijo Diego (Tamar Novas), la motivación de terminar, al fin, el trepidante puzzle en el que se convirtió su vida en el fatídico momento de iniciar su relación con Lena (Penélope Cruz). Tras el frustrado rodaje del que sería su último trabajo (Mujeres y Maletas), Mateo y Lena deben enfrentarse a la obsesión, celos y persecución del compañero sentimental de ella, Ernesto (José Luís Gómez), que ejerce de productor del film en un desesperado último intento de retener y frenar la inminente libertad emocional y sentimental de su amada. Este, junto a la inconsciente ayuda de su vástago, Ernesto jr (Rubén Ochandiano), acabaran dibujando un fatídico guión en la vida del cineasta y la actriz.

Almodóvar, presenta un film basado en un tremendo flashback donde la tensión y el suspense nos hace recordar a los más celebres clásicos de cine negro. Un elemento que no evita impregnar al film con las más puras pinceladas del Universo Almodóvar, e inevitablemente, entrelazar géneros tan dispares entre sí como el humor y el drama. Una oda al cine, una declaración de amor e intenciones que convierten al film en un homenaje y reconocimiento a la mayor pasión del director. Estos factores quedan relatados en los guiños y mini revisiones que se hacen ocasioanlmente a momentos míticos del cine, reflejados en el film, por ejemplo, en el momento camaleónico de Penélope Cruz al más puro estilo Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes. Todo un cúmulo de factores que sumados a un sublime y delicado trato de la imagen, una perfección en el color y una demostración de maestría en cuanto a lenguaje audiovisual, hacen del film un referente, y quizás, un posible punto y aparte en el cine de Pedro Almodóvar.

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